¿Os acordáis?, parece que fue ayer.
La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados. Enviar frase Groucho Marx (1890-1977) Actor estadounidense.
lunes, 9 de marzo de 2009
Calatañazor
Está situado a orillas del río Milanos, al suroeste de la capital, Soria, de la que dista 32 km.
Apunte histórico.
La etimología del actual topónimo de Calatañazor lo haría provenir del árabe "Qalat al-Nusur", que vale ser traducido por "Castillo del azor" o "Castillo de los buitres" según otras etimologías. En atención al origen árabe de su denominación cabría pensar que también lo es el de la población, pero no es así. El poblado se remonta a unos diez siglos atrás, aunque no en su presente ubicación.
De la época visigótica pudieran ser las tumbas antropomorfas que aparecen excavadas en la roca n la base del castillo, visible desde éste y accesible por la vega. En el siglo VIII se extendió por España el dominio musulmán que alcanzó, por supuesto, a estas tierras en las que dejó perdurable huella. Precisamente en relación con las luchas que en ellas se libraron entre los cristianos del norte y los agarenos del sur pudo producirse el acontecimiento que ha proporcionado más celebridad histórica a Calatañazor.
Era el verano del año 1002. Almanzor (Al-Mansur, esto es, "el victorioso"), general de los ejércitos del califa cordobés Hisam II y auténtico caudillo y soberano fáctico de Al-Ándalus, estragaba como cada estío durante las dos décadas anteriores las comarcas cristianas desde Santiago de Compostela hasta Barcelona.
La campaña militar de aquel año le había llevado por tierras riojanas a San Millán y Canales, de donde regresaba a sus cuarteles de invierno andaluces. Lo hacía victorioso pero enfermo. La ruta a seguir hacia Medinaceli le haría remontar el puerto de Santa Inés desde los Cameros y traspasar el portillo de Cabrejas, para salir a campo abierto frente al peñasco de Calatañazor. Hasta aquí la historia y en adelante la leyenda. Sancho García, a la sazón Conde de Castilla, que se había enfrentado a las huestes de Almanzor dos años antes en Peña Cervera, donde, si bien resultó derrotado como siempre, apreció quizá debilidades nunca antes advertidas en los ejércitos mahometanos, bien pudo calcular que había llegado el momento y la ocasión de rendir en combate al soberbio Almanzor, envejecido, enfermo y ahora en retirada.
Así pudo haber sucedido, aunque documentalmente no sea dado asegurarlo ni desmentirlo. La tradición sostiene que "en Calatañazor perdió Almanzor el atambor", que es tanto como decir que perdió su talismán de imbatible y que resultó derrotado. Como la imaginación no está sujeta al rigor histórico, contemplando desde el castillo la extensa llanura hoy llamada "Valle de la Sangre", puede uno asistir a la carga de las mesnadas de Sancho García contra las tropas califales y a la huida de éstas por el camino de Bordecorex hacia Medinaceli. Sí parece seguro que Almanzor murió la noche del 10 al 11 de agosto de 1002 y que fue sepultado en Medinaceli.
En el curso de la Edad Media se vincula Calatañazor con diversos personajes de la realeza castellana como Alfonso X, Sancho IV o María de Padilla: los dos primeros porque honraron la villa con su presencia en alguna ocasión; María, esposa de Pedro I "el cruel", porque pertenecía al linaje de los Padilla, señores de Calatañazor. Esta familia, procedente de Padilla de Yuso (hoy Coruña del Conde, Burgos) obtuvo el señorío de su villa de origen y el de Calatañazor, y de ella formaron parte Juan Fernández de Padilla, notorio por sus enfrentamientos, incluso armados, con el obispado de Osma, su nieto Juan de Padilla, adelantado mayor de Castilla, el hijo de éste, Pedro López de Padilla, también adelantado mayor de Castilla pero con título obtenido a perpetuidad de Enrique IV, Martín de Padilla, nacido en la propia villa de Calatañazor e interviniente en la batalla de Lepanto, al que Felipe II otorgó el cargo de capitán general de las galeras de España, y la ya citada María de Padilla, amante de Pedro I, quien, casado con Blanca de Borbón, declaró ante las Cortes convocadas en Sevilla (1362) haber contraído matrimonio con María antes que con Blanca, por lo que aquélla fue reconocida como reina y sus hijos como herederos de Castilla.
Ya en el siglo XVII la plaza de Calatañazor pasó de manos de los Padilla a la casa de los duques de Medinaceli. A ésta perteneció hasta que, por fallecimiento sin descendencia de Luis Francisco de la Cerda, su 9º duque, heredó el patrimonio su hermana María y recayó, por enlace matrimonial de ésta con el marqués de Feria, en este linaje nobiliario un siglo después.
La etimología del actual topónimo de Calatañazor lo haría provenir del árabe "Qalat al-Nusur", que vale ser traducido por "Castillo del azor" o "Castillo de los buitres" según otras etimologías. En atención al origen árabe de su denominación cabría pensar que también lo es el de la población, pero no es así. El poblado se remonta a unos diez siglos atrás, aunque no en su presente ubicación.
De la época visigótica pudieran ser las tumbas antropomorfas que aparecen excavadas en la roca n la base del castillo, visible desde éste y accesible por la vega. En el siglo VIII se extendió por España el dominio musulmán que alcanzó, por supuesto, a estas tierras en las que dejó perdurable huella. Precisamente en relación con las luchas que en ellas se libraron entre los cristianos del norte y los agarenos del sur pudo producirse el acontecimiento que ha proporcionado más celebridad histórica a Calatañazor.
Era el verano del año 1002. Almanzor (Al-Mansur, esto es, "el victorioso"), general de los ejércitos del califa cordobés Hisam II y auténtico caudillo y soberano fáctico de Al-Ándalus, estragaba como cada estío durante las dos décadas anteriores las comarcas cristianas desde Santiago de Compostela hasta Barcelona.
La campaña militar de aquel año le había llevado por tierras riojanas a San Millán y Canales, de donde regresaba a sus cuarteles de invierno andaluces. Lo hacía victorioso pero enfermo. La ruta a seguir hacia Medinaceli le haría remontar el puerto de Santa Inés desde los Cameros y traspasar el portillo de Cabrejas, para salir a campo abierto frente al peñasco de Calatañazor. Hasta aquí la historia y en adelante la leyenda. Sancho García, a la sazón Conde de Castilla, que se había enfrentado a las huestes de Almanzor dos años antes en Peña Cervera, donde, si bien resultó derrotado como siempre, apreció quizá debilidades nunca antes advertidas en los ejércitos mahometanos, bien pudo calcular que había llegado el momento y la ocasión de rendir en combate al soberbio Almanzor, envejecido, enfermo y ahora en retirada.
Así pudo haber sucedido, aunque documentalmente no sea dado asegurarlo ni desmentirlo. La tradición sostiene que "en Calatañazor perdió Almanzor el atambor", que es tanto como decir que perdió su talismán de imbatible y que resultó derrotado. Como la imaginación no está sujeta al rigor histórico, contemplando desde el castillo la extensa llanura hoy llamada "Valle de la Sangre", puede uno asistir a la carga de las mesnadas de Sancho García contra las tropas califales y a la huida de éstas por el camino de Bordecorex hacia Medinaceli. Sí parece seguro que Almanzor murió la noche del 10 al 11 de agosto de 1002 y que fue sepultado en Medinaceli.
En el curso de la Edad Media se vincula Calatañazor con diversos personajes de la realeza castellana como Alfonso X, Sancho IV o María de Padilla: los dos primeros porque honraron la villa con su presencia en alguna ocasión; María, esposa de Pedro I "el cruel", porque pertenecía al linaje de los Padilla, señores de Calatañazor. Esta familia, procedente de Padilla de Yuso (hoy Coruña del Conde, Burgos) obtuvo el señorío de su villa de origen y el de Calatañazor, y de ella formaron parte Juan Fernández de Padilla, notorio por sus enfrentamientos, incluso armados, con el obispado de Osma, su nieto Juan de Padilla, adelantado mayor de Castilla, el hijo de éste, Pedro López de Padilla, también adelantado mayor de Castilla pero con título obtenido a perpetuidad de Enrique IV, Martín de Padilla, nacido en la propia villa de Calatañazor e interviniente en la batalla de Lepanto, al que Felipe II otorgó el cargo de capitán general de las galeras de España, y la ya citada María de Padilla, amante de Pedro I, quien, casado con Blanca de Borbón, declaró ante las Cortes convocadas en Sevilla (1362) haber contraído matrimonio con María antes que con Blanca, por lo que aquélla fue reconocida como reina y sus hijos como herederos de Castilla.
Ya en el siglo XVII la plaza de Calatañazor pasó de manos de los Padilla a la casa de los duques de Medinaceli. A ésta perteneció hasta que, por fallecimiento sin descendencia de Luis Francisco de la Cerda, su 9º duque, heredó el patrimonio su hermana María y recayó, por enlace matrimonial de ésta con el marqués de Feria, en este linaje nobiliario un siglo después.
El castillo.
Lo que aún perdura del castillo, y que hoy podemos contemplar, se remonta al siglo XIV o XV, sin perjuicio de que en la torre del homenaje se distingan algunas piedras aparejadas al modo árabe que hablan de un origen anterior. Como ha quedado dicho en la reseña histórica, el castillo-palacio fue solar de los Padilla y en él nacieron varios de sus destacados miembros.
La torre del homenaje fue objeto de una somera restauración relativamente reciente; es el único elemento que presenta algún detalle de interés, como la sillería de sus esquinas o la ventana gótica que se abre en uno de sus paramentos. Los lienzos de esta torre, como todo lo demás, son de mampostería.
Resisten en pie dos cubos y varios tambores de la muralla circundante. Es visible también el foso que lo aislaba y defendía por el lado de la población.
Iglesias.Lo que aún perdura del castillo, y que hoy podemos contemplar, se remonta al siglo XIV o XV, sin perjuicio de que en la torre del homenaje se distingan algunas piedras aparejadas al modo árabe que hablan de un origen anterior. Como ha quedado dicho en la reseña histórica, el castillo-palacio fue solar de los Padilla y en él nacieron varios de sus destacados miembros.
La torre del homenaje fue objeto de una somera restauración relativamente reciente; es el único elemento que presenta algún detalle de interés, como la sillería de sus esquinas o la ventana gótica que se abre en uno de sus paramentos. Los lienzos de esta torre, como todo lo demás, son de mampostería.
Resisten en pie dos cubos y varios tambores de la muralla circundante. Es visible también el foso que lo aislaba y defendía por el lado de la población.
Nuestra Señora del Castillo.
Actual iglesia parroquial, Se trata de un edificio de planta de salón con una sola nave y una torre adosada en su parte norte. Es de origen románico si bien de la primitiva fábrica no se conserva sino el paramento occidental en el que perduran un óculo baquetonado y la portada. La singularidad de ésta estriba en el alfiz rectangular que enmarca el arco de la puerta, un componente habitual en las construcciones árabes, cuya presencia aquí se debe, sin duda, a los numerosos musulmanes que residían en Calatañazor. La puerta dispone de arco de medio punto de doble arquivolta sobre sendas columnas encapiteladas.
A la posterior obra gótica tardía (seguramente ya del el siglo XVI) pertenece la capilla mayor, siendo la nave y el coro del siglo XVIII.
En su interior se halla una pila bautismal románica del siglo XI, el Cristo de Calatañazor o del amparo, talla del siglo XV en un retablo barroco del siglo XVII y un pequeño museo que guarda variadas piezas de interés histórico y artístico, entre las que destacan las confirmaciones de privilegios originales de la villa otorgados por Enrique IV en 1456, los reyes Católicos en 1477 y Carlos V en 1530.
El retablo Mayor, de finales del XVI comienzos del XVII, en su primera parte, es obra de Juan de Artiaga y Francisco Rodríguez. El resto del retablo es del siglo XVII y el camerín de la virgen del siglo XVIII. La virgen es una talla del siglo XV.
Actual iglesia parroquial, Se trata de un edificio de planta de salón con una sola nave y una torre adosada en su parte norte. Es de origen románico si bien de la primitiva fábrica no se conserva sino el paramento occidental en el que perduran un óculo baquetonado y la portada. La singularidad de ésta estriba en el alfiz rectangular que enmarca el arco de la puerta, un componente habitual en las construcciones árabes, cuya presencia aquí se debe, sin duda, a los numerosos musulmanes que residían en Calatañazor. La puerta dispone de arco de medio punto de doble arquivolta sobre sendas columnas encapiteladas.
A la posterior obra gótica tardía (seguramente ya del el siglo XVI) pertenece la capilla mayor, siendo la nave y el coro del siglo XVIII.
En su interior se halla una pila bautismal románica del siglo XI, el Cristo de Calatañazor o del amparo, talla del siglo XV en un retablo barroco del siglo XVII y un pequeño museo que guarda variadas piezas de interés histórico y artístico, entre las que destacan las confirmaciones de privilegios originales de la villa otorgados por Enrique IV en 1456, los reyes Católicos en 1477 y Carlos V en 1530.
El retablo Mayor, de finales del XVI comienzos del XVII, en su primera parte, es obra de Juan de Artiaga y Francisco Rodríguez. El resto del retablo es del siglo XVII y el camerín de la virgen del siglo XVIII. La virgen es una talla del siglo XV.
La ermita de la Soledad
Iglesia extramuros restaurada en gran medida pero que muestra intacto el ábside y la puerta que se abre en el lado norte. Sólo presenta decoración esta puerta en su arquivolta exterior que voltea sobre los ábacos volados al haber desaparecido las columnas adosadas a las jambas.
En el ábside existen dos puertas tapiadas que se abrieron en el siglo XVII para el tránsito de los desfiles procesionales. Una imposta recorre el tambor a media altura dividiéndolo horizontalmente en dos secciones, mientras que las columnas son de fuste continuo en toda su altura. Tanto los capiteles como los canecillos que se distribuyen bajo el alero son de una talla admirable, en particular una figurilla representando a un músico sedente.
Iglesia extramuros restaurada en gran medida pero que muestra intacto el ábside y la puerta que se abre en el lado norte. Sólo presenta decoración esta puerta en su arquivolta exterior que voltea sobre los ábacos volados al haber desaparecido las columnas adosadas a las jambas.
En el ábside existen dos puertas tapiadas que se abrieron en el siglo XVII para el tránsito de los desfiles procesionales. Una imposta recorre el tambor a media altura dividiéndolo horizontalmente en dos secciones, mientras que las columnas son de fuste continuo en toda su altura. Tanto los capiteles como los canecillos que se distribuyen bajo el alero son de una talla admirable, en particular una figurilla representando a un músico sedente.
San Juan Bautista.
De esta pequeña iglesia-ermita de una sola nave, presbiterio y ábside, no quedan sino algunos despojos que aún quieren dejarse ver entre la vegetación. Se conserva la portada en regular estado ostentando una sencilla decoración a base de bifolias.
De esta pequeña iglesia-ermita de una sola nave, presbiterio y ábside, no quedan sino algunos despojos que aún quieren dejarse ver entre la vegetación. Se conserva la portada en regular estado ostentando una sencilla decoración a base de bifolias.
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